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Artículo para el domingo 22 agosto 1999

LA PRIMACÍA APOSTÓLICA DE PEDRO

Domingo 21º del Tiempo Ordinario, Ciclo A


El lugar primario que el pescador Simón ocupó entre los discípulos de Jesús es una tradición bien fundamentada en el Nuevo Testamento. Tres de los cuatro evangelios (Mateo, Lucas y Juan) presentan escenas que establecen su primacía.

Como respuesta a la declaración de Simón: "Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios viviente" (Mateo 16:16), Jesús le dio un nombre nuevo: Pedro (griego Petros), estableciéndolo como líder de los discípulos que, después de la Resurrección, serán enviados a proclamar el evangelio al mundo. "Bienaventurado eres, Simón, hijo de Juan, porque eso no te lo ha revelado ningún ser humano, sino mi Padre celestial. Yo a mi vez te digo que tú eres Pedro; sobre esta piedra edificaré mi iglesia y el poder de la muerte no la vencerá. Yo te daré las llaves del Reino de los cielos: lo que ates en la tierra será atado en los cielos, y lo que desates en la tierra será desatado en los cielos" (Mateo 16:17-19).

El nombre griego Petros (original arameo Kefás) significa "piedra" (fundamental) y simboliza la fe del discípulo líder, quien fue el centro de la convergencia post-pascual que formó las primitivas comunidades cristianas. Simón Pedro cumplió así la orden recibida en otra versión de la primacía petrina, con palabras dichas por Jesús en la última cena: "¡Simón, Simón! Satanás ha pedido permiso para sacudirlos a todos ustedes como se criba el trigo. Pero yo he rogado por ti, para que tu fe no desfallezca. Y tú, una vez convertido, confirma a tus hermanos" (Lucas 22:31-32).

La promesa en la escena lucana refuerza la promesa de la escena mateana: la fe de Simón será la piedra fundamental, el ejemplo y modelo para la fe de todos los discípulos. Jesús ya menciona la conversión de Simón Pedro para ser el fundamento comunitario: su arrepentimiento por las negaciones hechas en la pasión. Este elemento es completado por la tercera versión de la primacía petrina, en una aparición post-resurreccional: "Jesús le preguntó: Simón, hijo de Juan, ¿me amas tú más que los otros? Pedro contestó: Sí, Señor, tú sabes que te quiero. Jesús replicó: Apacienta mis corderos" (Juan 21:15).

El relato continúa con dos preguntas más que cuestionan el amor de Simón, dos nuevas afirmaciones suyas, y el encargo de ser pastor del rebaño eclesial. Lo extraordinario de este párrafo es que no deriva de las comunidades provenientes de los Doce, cuyo líder era Pedro, sino de la comunidad joánica del Discípulo Amado (Juan 21:24), visto por ella como ejemplo supremo de la fe en Jesús. Pero los responsables del cuarto evangelio reconocieron la primacía pastoral de Pedro y así confirmaron la universalidad de la tradición.

Esta tradición es fundamental para el catolicismo, que ha afirmado desde el comienzo que el Papa, Obispo de Roma, es el sucesor de Pedro y, por lo tanto, el pastor universal que define y guía la fe de la cristiandad. Por eso, su título más apropiado es "Vicario de Pedro", que unifica la tradición bíblica y el testimonio histórico. La sucesión petrina del Papa, que ha originado desacuerdo entre los católicos y los demás cristianos, debe convertirse en el instrumento de acercamiento entre todas las comunidades creyentes. Este es el desafío de la historia a la Iglesia Católica al comenzar el tercer milenio del cristianismo.

Oscar Uzín, OP - Cochabamba
Universidad Católica Boliviana


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